Introducción
El día de hoy debido a la pandemia muchas de las transacciones que se realizaban presencialmente fueron remplazadas por reuniones a distancia o en línea, y de igual forma se lo hizo con la transferencia de documentos. Ahora con el gran avance de la tecnología podemos enviar archivos digitalmente a cualquier lugar del mundo. La mayoría de los documentos requieren la certificación de una firma, por tal razón se aumentó el uso de la firma electrónica.
Desarrollo
Al incorporar esta herramienta requiere de algunos controles ya que no posee las mismas garantías que una firma a mano. Debido a esto ha existido la necesidad de implementar medidas de seguridad incorporen, menos peligro para que no exista la usurpación de identidad o de que termine anulándose el contrato o documento.
El reglamento europeo sobre identificación electrónica (eIDAS, por su abreviatura en inglés), distingue dos tipos de firma electrónica, la “avanzada” y la “cualificada”. Esta última, equivalente a la manuscrita, debe basarse en un certificado regulado que la vincule de forma inequívoca con la persona. No solo se limitan a determinados prestadores de servicios de confianza, sino que también se establecen requisitos para los dispositivos de creación de estas firmas. Por eso, para impugnarla habría que probar que dicho certificado no ha funcionado correctamente. Pero esta firma, a pesar de ser recomendable, no es obligatoria en el ámbito privado, por lo que las partes pueden elegir el tipo de sistema que quieren usar, y el contrato que suscriban será perfectamente válido si ninguna lo reclama.
Niveles de seguridad de una firma electrónica:
Básica. Este tipo de firma puede adjuntarse al documento electrónico bien a través de una pantalla que la guarda digitalmente, mediante la copia del autógrafo escaneado, o de un simple clic en un botón de “acepto”. Es el método utilizado para actos cotidianos como aceptar la entrega de un paquete. Sin embargo, puede plantear problemas de prueba sobre la identidad del firmante.
Avanzada. Permite identificar al firmante y detectar cualquier cambio posterior. El nivel de seguridad aumenta al cumplir cuatro requisitos legales. En primer lugar, debe estar vinculada de manera única con el signatario. En segundo lugar, es necesario que este pueda ser identificado. Además, la firma debe insertarse con un mecanismo que permita garantizar que este individuo es el único que puede suscribir el documento. Por último, cualquier cambio de datos posterior a la rúbrica debe ser detectable.
Cualificada. Es el tipo de firma electrónica capaz de identificar plenamente al firmante porque exige una comprobación inicial, bien en persona o mediante un procedimiento equivalente. Tiene el mismo valor legal que la manuscrita. La identidad del signatario se vincula a su rúbrica digital mediante un certificado emitido por un prestador de servicios de confianza cualificado. Un ejemplo es el DNI electrónico.
Conclusiones:
La firma electrónica ha sido un instrumento muy importante que ha permitido solventar transacciones que han tenido que realizarse a distancia debido a la pandemia del Covid-19, pero se puede notar que también aún tiene algunas debilidades por la suplantación de identidad o falsificación, es por ello que hay que tener muy en cuenta los niveles que posea una firma electrónica para garantizar que la transacción se desarrolle de forma honesta y responsable.
Recomendaciones:
La falta de un certificado electrónico no determina, por sí misma, la invalidez del proceso de contratación. Hay prestadores de servicios de confianza que emplean otras soluciones para garantizar la identidad de los firmantes, como la video identificación, reforzando el proceso con el cotejo del documento de identidad, la intervención de un agente o la biometría.
Autor: Roughert Carpio
Fuente: Esteban, P. (Mayo, 2021). Cómo asegurar la identidad digital de los contratos firmados electrónicamente. Recuperado de: https://cincodias.elpais.com/cincodias/2021/05/07/legal/1620376490_772785.html
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