Estamos en el siglo XXI y como era de esperarse el estados y sus entes de control están modernizando sus procesos, para lo cual echan mano de la tecnología, llámense, sistemas informáticos, programas o simplemente software especializado, dentro de todo este cambio tenemos que todos los documentos públicos deben y tienen una firma de responsabilidad, que en otros tiempos eran realizados con pluma y papel, luego migro a imágenes escaneadas enviadas por correo, y ahora finalmente ha llegado la hora de la firma Electrónica, la misma que no es otra cosa, que un dispositivo electrónico, que tiene en su interior toda la información de los OCES, que previamente ha sido verificada y calificada de genuina, la misma que interactúa con el usuario y el sistema informático, para registrar esta información mediante el uso de una firma digital, que remplaza a la firma de antaño.
Casi todo parece a favor de esta nueva modalidad, desde su versatilidad, y aplicación a muchos de los trámites exigidos por el Gobierno nacional, hasta realizar un trámite en particular como una importación o una exportación. Sin embargo flota en el ambiente la inquietud de siempre de la seguridad y la confiabilidad de este dispositivo, posibles fraudes electrónicos, etc.
Sea como sea bienvenidos a la firma digital.
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